Volví a visitarlo al día siguiente, al caer la tarde. Me senté con las piernas cruzadas frente a él. La marchita hierba se oprimió contra mis desnudas piernas, bajo el ligero peso de mi cuerpo. Me estremecí, no por el contacto de esta, si no por el recuerdo del día anterior. Nada más llegar […]
Página anterior Siguiente página
Últimos comentarios